Cómo Tomar Mejores Decisiones En La Vida (Parte 1)

Bifurcación con Buda meditando en el centro

En la vida hay que tomar decisiones.

Muchas. Decisiones.

Desde las más simples y pequeñas, hasta las más grandes y complejas.

Pero es en las más grandes y complejas, sobre todo, donde la duda, la inseguridad y hasta el miedo, nos paralizan, debilitan nuestras facultades para tomar buenas decisiones, y nos dejan con una gran sensación de insatisfacción interior.

La realidad es que algunas malas decisiones pueden costarnos caro. Muy caro. Y que, muchas veces, no sabemos cómo tomar las decisiones correctas.

Pero precisamente por eso existe este artículo 🙂

Para ayudarte a tomar mejores decisiones en cualquier ámbito de tu vida (sea personal, profesional, sentimental, familiar…), para que no pagues un precio más alto del necesario, y para que aprendas a guiar tu vida de la mejor manera posible.

En este artículo te hablaré sobre los elementos clave y más influyentes a la hora de tomar decisiones. Lo dividiré en 2-4 partes (dependiendo de la extensión final). En esta primera parte, te hablaré sobre 3 elementos en concreto: la información, la lógica y las emociones.

En las próximas partes, te hablaré sobre la intuición, la perspectiva, el tiempo, y otros aspectos fundamentales para tomar buenas decisiones.

Empecemos… 🙂

(Nota: en este artículo, y quizás en muchos otros de mis artículos, utilizo el masculino para expresarme, pero deberías saberlo, también me dirijo [y con mucho cariño] a todas las mujeres que me leen y que siempre tengo en cuenta 🙂)

Contenidos

Información

Este es, en muchos casos, el elemento que primero entra en juego en el proceso de tomar decisiones.

La información constituye hechos, datos, características, condiciones y, en general, todo conocimiento relacionado con las cosas que necesitas para tomar una decisión en particular.

Es el elemento que utilizas, por ejemplo, para decidir qué coche comprar, qué carrera universitaria estudiar, o si aceptar o no una oferta de trabajo.

En el ejemplo de elegir una carrera universitaria, la información que necesitas es saber en qué consisten las distintas carreras en las que crees que puedes estar interesado.

Pero antes de conocer esa información, nota el uso de la frase “en las que crees que puedes estar interesado” y, en concreto, de la palabra “crees”.

Lo crees, precisamente, porque te falta información 🙂

Lo que nos lleva a hacernos la pregunta…

¿Cómo Se Puede Encontrar La Información Más Precisa Y Valiosa Para Tomar Una Buena Decisión?

Bien, hay varias formas de hacerlo, pero quizás la más importante sea:

Haciendo las preguntas adecuadas.

¿Por qué?

Porque las preguntas actúan como linternas que iluminan tu camino y como lentes que enfocan tu objetivo (y por tanto, tu atención): sin las preguntas adecuadas, es como si buscaras algo en absoluta oscuridad.

Explicado en términos más abstractos: cuando tienes un problema y sabes que necesitas información, la idea de que necesitas información yace en tu mente de una manera muy etérea: es una idea vaga, difusa, lejana… Sabes que necesitas algo, pero no sabes muy bien qué (y, a veces, ni siquiera por qué).

Pero cuando enfocas esa necesidad de información con una pregunta, es como si tu mente dijese: “¡Ajá!”, y esa idea etérea se cristalizase en una idea con forma mucho más definida.

Esta nueva idea te permite:

  • Crear una imagen mental mucho más clara de lo que necesitas saber.
  • Usar el lenguaje para expresar la información que andas buscando.
  • Entender mejor hacia dónde debes dirigirte.

He recopilado algunas citas sobre la importancia de hacer preguntas esperando que te sirva de inspiración 🙂

“The wise man doesn’t give the right answers, he poses the right questions” – Claude Levi-Strauss.

“To ask the ‘right’ question is far more important than to receive the answer. The solution of a problem lies in the understanding of the problem; the answer is not outside the problem, it is in the problem” – Jiddu Krishnamurti.

“A wise man can learn more from a foolish question than a fool can learn from a wise answer” – Bruce Lee.

“Successful people ask better questions, and as a result, they get better answers” – Tony Robbins.

“The man who asks a question is a fool for a minute, the man who does not ask is a fool for life” – Confucius.

Bien, después de conocer la importancia de plantearse las preguntas correctas, la cuestión es:

¿Cómo Plantearse Las Preguntas Correctas?

Aquí, también, hay varias formas de hacerlo, pero una de las más profundas y poderosas es:

Deteniéndote y “observando” el problema con tu mente.

Verás, cuando “observas” un problema con tu mente, es como si “sostuvieras” una imagen o idea en tu cabeza sobre ese problema, y esa imagen/idea puede llevarte a producir una pregunta clave que te ayudará a enfocar tu objetivo (tu objetivo es encontrar la información más precisa y valiosa para resolver tu problema).

Enseguida te pongo un ejemplo para que entiendas mejor lo que quiero decir, pero antes, una pequeña nota: en realidad, no sujetas una única imagen/idea mental; sujetas varias. Los escenarios que va creando tu mente cuando visualizas una situación en concreto van cambiando constantemente y, a veces, de forma muy rápida. Todo ello te va dando “pistas” para plantearte las preguntas correctas.

Sigamos con el ejemplo de elegir una carrera universitaria: si tuvieras que elegir una carrera que estudiar ahora mismo, ¿qué imágenes/ideas se vendrían a tu cabeza?

Visualízalo…

Quizás te veas a ti mismo estudiando una carrera durante 4 años (primera imagen mental), y como te das cuenta de que 4 años es un tiempo de inversión considerable, te imaginas estudiando algo que te guste y apasione de verdad (segunda imagen mental).

Ten en cuenta que cuando digo “primera imagen mental” o “segunda imagen mental”, en realidad es posible que dentro de esa primera y/o segunda imagen hayan imágenes asociadas.

Por ejemplo, dentro de la primera imagen mental (verte a ti mismo estudiando una carrera durante 4 años), podrías imaginarte estando en clase y prestándole atención al profesor, o haciendo trabajos y estudiando para tus exámenes, o yendo a la universidad y siguiendo una misma rutina durante 4 años, o queriendo salir pero no poder porque tienes deberes acumulados…

Y dentro de la segunda imagen mental (verte estudiando algo que te gusta y apasiona de verdad), podrías imaginarte disfrutando de tus clases y encontrándolas muy motivadoras e interesantes, haciendo tus deberes y estudiando con un interés sincero, o buscando información extra para aprender más.

Incluso podría ocurrirte que mientras piensas que, ya que son 4 años de carrera, mejor preferirías estudiar algo que te gustase y apasionase de verdad, te surja la pregunta: “¿Qué cosas me gustan y apasionan de verdad?

¡Bingo!

A partir de aquí, y gracias a la pregunta adecuada, empieza la búsqueda de una información sumamente valiosa (qué te gusta y apasiona de verdad) para ayudarte a tomar la mejor decisión sobre qué carrera universitaria estudiar.

Porque te detuviste un momento a observar tu problema con la mente.

Esto nos lleva a hacer una aclaración importante: el elemento “información” no solo se refiere al conocimiento que adquieres “fuera” (buscar algo en Google, leer un libro, preguntarle a un experto…), sino también al conocimiento que adquieres “dentro”.

En el caso de investigar qué te gusta y apasiona de verdad, encontrarás la información examinando tu personalidad, tus gustos, tus inclinaciones… Es decir: mirando dentro.

La Importancia De Detenerse Y Observar

¿Por qué es necesario detenerse y observar un problema? ¿Por qué no simplemente resolverlo como cualquier otro problema cotidiano, sin más?

Porque cuando te detienes a observar una situación y tu estado interno es de serenidad y atención, la calidad de las preguntas que surgen dentro de ti es mucho más alta que las que surgen de un estado de ansiedad, impaciencia o miedo.

Haz la prueba: presta atención la próxima vez que tengas que pensar sobre un problema importante y te encuentres en un estado de intranquilidad: no serás capaz de generar las preguntas adecuadas ni pensar de forma clara y efectiva (o, de hacerlo, tus preguntas y tu pensamiento serán de una calidad bastante pobre).

Detenerte abre tu mente a nuevas posibilidades y no la limita a las opciones que le son más fácilmente accesibles (experiencias que ya has vivido, cosas que te han dicho los demás sobre cómo actuar en situaciones similares, recuerdos, conocimientos que ya tienes…)

Y también puedes hacer la prueba sobre esto: observa cómo cuando estás calmado/relajado por dentro y prestas mucha atención a algo en particular, tu agudeza mental, la efectividad de tu pensamiento y tu creatividad suben muchos niveles en calidad.

En resumen:

Uno de los elementos más importantes a la hora de tomar decisiones correctas es contar con la información correcta. Para contar con la información correcta, es necesario hacerse las preguntas correctas. Y para hacerse las preguntas correctas, es esencial detenerse y observar tu problema en un estado de serenidad y mucha atención.

Lógica

Un elemento que también podría llamarse “razonamiento”, la lógica implica el uso de las facultades mentales: el procesamiento que realiza la mente a partir de información, conocimientos, experiencias y/o cualquier otro tipo de recurso que el cerebro sea capaz de utilizar para pensar, valorar, evaluar los pros y los contras, sopesar consecuencias, considerar opciones y alternativas, etc.

La lógica, por supuesto, no está separada de la información (no es posible usar la información sin al menos un mínimo de lógica), pero estos dos elementos aparecen separados aquí porque, para algunas decisiones, la lógica que se necesita usar es mínima y “solo con información” basta; mientras que para otras, es necesario aplicar mucha lógica e información.

Resolver un problema muy complejo en el trabajo, por ejemplo, requiere de mucha lógica.

Decidir si te gusta o no una persona, no.

Cómo Razonar Mejor

Cada quien utiliza la lógica de manera única.

Pero si cada quien utiliza la lógica de manera única, ¿es posible aprender a razonar mejor?

Sí 🙂

Y es bastante simple (al menos lo que quiero explicarte ahora) 🙂

El proceso es igual que para plantearse las preguntas correctas:

Para razonar mejor, haz una pausa (detente) y observa un problema, situación o circunstancia en un estado interno de serenidad y atención (dicho de otro modo: piensa sobre tu problema manteniendo atención calmada).

Haciendo esto, aplicas la lógica que sueles aplicar para resolver tus problemas cotidianos, pero le añades los elementos de calma y observación atenta y tu lógica se vuelve mucho más poderosa.

Si intentas pensar en un ambiente (externo o interno, pero sobre todo interno) agitado, la calidad de tu pensamiento disminuye mucho. Recuerda, por ejemplo, cuánto te costó mantener la mente clara y pensar bien cuando sentiste muchos nervios, preocupación o miedo.

Pensar / No Pensar

Además de detenerte y observar aquello sobre lo que quieres pensar manteniendo un estado de atención calmada, te recomiendo (mucho) que hagas lo siguiente:

Alterna períodos de pensar con períodos de “no pensar”.

¿Te ha pasado alguna vez que a pesar de pensar y seguir pensando, no llegabas a ningún lugar y tu pensamiento se volvía repetitivo, poco original y poco efectivo? ¿Que ya no disfrutabas más de pensar y que empezabas a sentir una especie de incomodidad y frustración porque no llegabas a donde querías?

Son momentos en los que la mente ya no da más y es necesario desconectarla del pensamiento para “resetearla” y devolverle su frescura, efectividad y creatividad.

¿Y cómo puedes hacer para desconectar la mente?

Échale un vistazo a mi artículo sobre Técnicas De Relajación Y Meditación 😉

Lo Más Importante Sobre Cómo Razonar Mejor

Aunque se podrían dar más tips sobre cómo “pensar mejor”, estas dos pautas, honestamente, pueden ser las más importantes y poderosas para ayudarte a razonar mejor.

Recuérdalas:

  1. Aplica atención calmada a aquello sobre lo que quieras pensar: detente y observa la situación con atención y en estado de serenidad.
  2. Además de pensar sobre el problema que quieres resolver, incorpora períodos de “no pensar” para desconectar y resetear tu mente y devolverle su frescura, efectividad y creatividad.

Un último tip para refinar la efectividad y la capacidad de tu pensamiento: ya que cada persona piensa de una manera tan extraordinariamente única y detallada, adquiere el hábito de observar tus propios patrones mentales y la forma en la que tu mente razona y resuelve problemas.

Esto te llevará a descubrir aspectos muy interesantes sobre tus facultades y procesos mentales y te dará un conocimiento útil para refinar tu capacidad de lógica a la hora de tomar decisiones.

Emociones

Aquí entramos en un mundo en donde los hechos y los datos ya no son tan relevantes; un mundo en donde la lógica y la información, aunque pueden seguir influyendo en nosotros, juegan un papel mucho menos importante para tomar decisiones

Es el mundo de las emociones; entidades poderosas capaces de ejercer una influencia tremenda sobre nuestras decisiones.

Si te interesa conocer una visión peculiar sobre qué es una emoción, échale un vistazo a este artículo: ¿Qué Es Una Emoción? Una Definición Completamente Nueva 😉

Como regla estándar, las emociones positivas nos alientan a tomar decisiones. Por ejemplo, la motivación: sentirte motivado por un plan divertido que acaba de proponerte un amigo puede llevarte a decir que “¡sí!” te apuntas a ese plan.

Las emociones negativas, por su parte, pueden llevarnos tanto a tomar como a no tomar decisiones.

Un ejemplo de no tomar decisiones es el miedo: sentir miedo puede paralizarte y bloquearte de decir o hacer algo que crees necesario decir o hacer en el momento por temor a lo que pueda pasar (sea lo que piensen, digan o hagan otras personas).

Un ejemplo de tomar decisiones es la ira, una de las formas en las que puede manifestarse el miedo: la ira puede llevar a una persona a agredir verbal o incluso físicamente a otra.

Pero ojo: aunque parezca que las emociones positivas son las que nos guían hacia las buenas decisiones, es muy importante saber que muchas emociones “positivas” también pueden llevarnos al camino de la equivocación.

Ejemplo: que una persona atractiva le demuestre interés (físico y/o verbal) a otra persona que ya tiene pareja, puede llevar a esta última persona a sentir gran excitación y hacer cosas… que no debería hacer.

¿Por qué una persona que ya tiene pareja puede sentir el impulso de hacer cosas que bien sabe que no debería hacer?

Precisamente, porque siente emociones “positivas” (nota el uso de las comillas), que podrían ser euforia, excitación, orgullo, el hecho de sentirse querido, apreciado, deseado…

Esto nos lleva a plantearnos una pregunta muy importante:

¿Cómo distinguir las emociones que debemos escuchar de las que NO debemos escuchar?

Antes de responder a esta pregunta, es importante mencionar que quien actúa influenciado por una emoción negativa (dañándose a sí mismo y/o dañando a los demás) realmente no actúa en base a esa emoción; es controlado por ella.

En otras palabras: la persona no actúa; reacciona.

La emoción es el titiritero y la persona el títere: se trata de una respuesta automática e inconsciente que ocurre sin que la persona se dé cuenta, en último término, de lo que está haciendo.

La clave para saber qué emociones escuchar y cuáles no es, una vez más, detenerse un momento 🙂

Detenerse quiere decir investigar qué está pasando dentro de ti y cuál es la energía / calidad detrás de la emoción (o emociones) que sientes en el momento justo antes de tomar una decisión importante.

Así sabrás si la emoción viene del ego o no. Lo cual es fundamental para saber si deberías escucharla o no.

Cuando tu estado interno tiene una energía negativa y contaminante (ira, frustración, inseguridad, miedo…), la decisión que tomes no será la mejor.

Ni para ti, ni para los demás.

Porque es una emoción que viene del ego.

En cambio, cuando la energía de tu estado interno es serena/calmada y hay una especie de certeza detrás (“esto es lo que tengo que hacer”), muy probablemente, esa sea la decisión correcta para ti.

Porque la emoción viene de un lugar más profundo que el ego. Y en ese lugar abunda la nobleza y la sabiduría que te guiarán por buen camino y que te harán bien, tanto a ti como a los demás.

Dos Preguntas Para Dejarte Guiar (O No) Por Tus Emociones

Otra cosa que puedes hacer para determinar si una emoción que sientes viene del ego o no (y por tanto, si deberías escucharla o no) es plantearte 2 preguntas muy sencillas:

  1. ¿Tomar esta decisión, me hará daño a mí?
  2. ¿Tomar esta decisión, hará daño a los demás?

Para responder a estas preguntas con sinceridad, debes estar muy atento a lo que pasa dentro de ti (tanto lo que sientes como lo que piensas) y ser muy honesto contigo mismo.

Ejemplo: imagina que tu pareja hizo algo que te produjo celos. Te surge el impulso de “darle celos” tú también.

Por supuesto, esto no te lo planteas verbalmente (“¿Debería o no debería darle celos a mi pareja”?), simplemente te surge como un impulso que quieres hacer para sentirte bien.

Si no te detienes un momento, podrías dejarte llevar por ese impulso de dar celos y te sentirás bien, sí. Pero solo a un nivel superficial. Y no solo te harás daño a ti, también le harás daño a tu pareja.

Mucho daño.

Pero si te detienes un momento y miras lo que pasa dentro de ti, verás que la energía detrás de ese deseo de dar celos es bastante negativa (tu orgullo ha sido herido, tu valía ha sido disminuida, no te sientes querido/apreciado/deseado, y estás buscando una forma de recuperar tu sentido de importancia como persona). Te darás cuenta de que, en el fondo (y aunque se sienta bien a un nivel superficial), dar celos no es una buena decisión.

En resumen:

Las emociones que llevan una energía negativa detrás no te llevarán por el camino de las mejores decisiones; las emociones positivas (las realmente positivas y no las que vienen del ego), sí. Es fácil detectar qué emociones son negativas o “positivas”, pero que en realidad vienen del ego, cuando has practicado detenerte, examinarte y prestar atención a lo que ocurre dentro de ti. Cuando estás atrapado en la mente automática / el ego, es fácil dejarse llevar por las emociones (negativas o “positivas”) y tomar decisiones equivocadas.

Parte 2

Para leer la segunda parte de esta serie, en donde hablo sobre la intuición, la perspectiva y el tiempo, ve aquí.

¡Nos vemos allá! 🙂

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Carlos_Azuaje

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